Independencia del Paraguay
La independencia del Paraguay fue el proceso histórico por el cual la actual República del Paraguay se independizó de España, su metrópoli colonial, al tiempo que rechazaba también incorporarse al estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata (del mismo modo que a su sucesor, la Confederación Argentina), que pretendía ejercer soberanía sobre todos los dominios del extinto virreinato del Río de la Plata, incluida la intendencia del Paraguay.
No existe consenso entre los historiadores acerca de las fechas que definen los límites de dicho proceso independentista. No obstante, se admite generalmente que a partir de la revolución de mayo de 1811 y en adelante, el Paraguay se administró a sí mismo sin subordinación a gobiernos exteriores.
No existe consenso entre los historiadores acerca de las fechas que definen los límites de dicho proceso independentista. No obstante, se admite generalmente que a partir de la revolución de mayo de 1811 y en adelante, el Paraguay se administró a sí mismo sin subordinación a gobiernos exteriores.
Antecedenes
La ciudad de Asunción del Paraguay fue la primera capital de la gobernación del Río de la Plata; desde allí partieron las expediciones que fundaron las demás ciudades de la misma, entre ellas Buenos Aires. Eso le valió, entre los historiadores, el calificativo de «madre de ciudades».1
La revolución comunera del Paraguay, ocurrida entre 1717 y 1735, inició un proceso de pérdida del favor real para esa provincia,1 2 proceso que fue continuado con la preponderancia del gobernador de Buenos Aires en las guerras guaraníticas,3y con el encargo real del rey español al gobernador de Buenos Aires Francisco de Paula Bucarelli de dirigir la expulsión de los jesuitas no solamente de su jurisdicción, sino también de las gobernaciones vecinas.4 El proceso culminó en el año 1776, con la creación del virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires. La provincia del Paraguay, transformada en intendencia en 1782, fue incorporada al nuevo virreinato.5 6
La división de la gobernación en dos, quedando Buenos Aires como capital de la gobernación del Río de la Plata y Asunción como capital de la gobernación del Paraguay, no alteró durante mucho tiempo la primacía del Paraguay en la cuenca del Plata. En primer lugar, primacía poblacional: hasta la segunda mitad del siglo XVIII, la población de Buenos Aires fue menor que la de Asunción, y no fue hasta bien entrado el siglo XIX que la jurisdicción de Buenos Aires superó en población a la del Paraguay.1 7
En general se supone que los paraguayos solamente toleraron la nueva situación, que los ponía manifiestamente en inferioridad de condiciones respecto a la ciudad que había sido fundada por asuncenos y gobernada desde Asunción.8 Se generó entre la población paraguaya un resentimiento contra Buenos Aires, que se mantuvo oculto hasta el final del período colonial. Incluso la decisión de deponer al virrey Sobremonte, tomada exclusivamente por los estamentos porteños en 1807, fue aceptada sin reclamación alguna en el Paraguay, y esta intendencia participó en la defensa contra las Invasiones Inglesas con una fuerza de 534 hombres, comandados por el coronel de milicias José de Espínola y Peña.1
La oposición del Paraguay a la influencia porteña se debía también a factores económicos. Durante y después de las invasiones inglesas, los comerciantes porteños se beneficiaron de un libre comercio que no modificó la situación desfavorable que el Alto Plata mantenía con ellos. A esto se agregó que:
"La mayor influencia de los comerciantes porteños sobre las autoridades coloniales en comparación con sus colegas del Alto Plata generó en las distintas áreas que componían dicha región (Paraguay, las provincias del Litoral, sur del Brasil) un profundo sentimiento de suspicacia y recelo hacia la poderosa ciudad-puerto."
La revolución comunera del Paraguay, ocurrida entre 1717 y 1735, inició un proceso de pérdida del favor real para esa provincia,1 2 proceso que fue continuado con la preponderancia del gobernador de Buenos Aires en las guerras guaraníticas,3y con el encargo real del rey español al gobernador de Buenos Aires Francisco de Paula Bucarelli de dirigir la expulsión de los jesuitas no solamente de su jurisdicción, sino también de las gobernaciones vecinas.4 El proceso culminó en el año 1776, con la creación del virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires. La provincia del Paraguay, transformada en intendencia en 1782, fue incorporada al nuevo virreinato.5 6
La división de la gobernación en dos, quedando Buenos Aires como capital de la gobernación del Río de la Plata y Asunción como capital de la gobernación del Paraguay, no alteró durante mucho tiempo la primacía del Paraguay en la cuenca del Plata. En primer lugar, primacía poblacional: hasta la segunda mitad del siglo XVIII, la población de Buenos Aires fue menor que la de Asunción, y no fue hasta bien entrado el siglo XIX que la jurisdicción de Buenos Aires superó en población a la del Paraguay.1 7
En general se supone que los paraguayos solamente toleraron la nueva situación, que los ponía manifiestamente en inferioridad de condiciones respecto a la ciudad que había sido fundada por asuncenos y gobernada desde Asunción.8 Se generó entre la población paraguaya un resentimiento contra Buenos Aires, que se mantuvo oculto hasta el final del período colonial. Incluso la decisión de deponer al virrey Sobremonte, tomada exclusivamente por los estamentos porteños en 1807, fue aceptada sin reclamación alguna en el Paraguay, y esta intendencia participó en la defensa contra las Invasiones Inglesas con una fuerza de 534 hombres, comandados por el coronel de milicias José de Espínola y Peña.1
La oposición del Paraguay a la influencia porteña se debía también a factores económicos. Durante y después de las invasiones inglesas, los comerciantes porteños se beneficiaron de un libre comercio que no modificó la situación desfavorable que el Alto Plata mantenía con ellos. A esto se agregó que:
"La mayor influencia de los comerciantes porteños sobre las autoridades coloniales en comparación con sus colegas del Alto Plata generó en las distintas áreas que componían dicha región (Paraguay, las provincias del Litoral, sur del Brasil) un profundo sentimiento de suspicacia y recelo hacia la poderosa ciudad-puerto."
La Provincia del Paraguay y la Junta de Buenos Aires
A raíz de la delicada situación española en la península ibérica, que luchaba contra las tropas de Napoleón Bonaparte, el 25 de mayo de 1810 fue depuesto en Buenos Aires elvirrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, hecho conocido como Revolución de Mayo. En su lugar asumió el mando una Junta Provisional de Gobierno, que aspiraba a gobernar el virreinato del Río de la Plata en nombre del rey Fernando VII hasta que se aclarase la situación en la península ibérica.
El movimiento había sido realizado exclusivamente en la capital del virreinato, sin consulta previa alguna con las demás ciudades e intendencias del mismo. Por ello la junta y elCabildo de Buenos Aires dirigieron comunicaciones a las demás ciudades, villas y autoridades del virreinato, expresando sus motivos para asumir el gobierno y solicitando su reconocimiento y acatamiento. También se pedía el envío de diputados para la formación de un gobierno representativo.9
El movimiento había sido realizado exclusivamente en la capital del virreinato, sin consulta previa alguna con las demás ciudades e intendencias del mismo. Por ello la junta y elCabildo de Buenos Aires dirigieron comunicaciones a las demás ciudades, villas y autoridades del virreinato, expresando sus motivos para asumir el gobierno y solicitando su reconocimiento y acatamiento. También se pedía el envío de diputados para la formación de un gobierno representativo.9
Circular de la Junta Provisional Gubernativa
La elección del emisario no pudo ser peor. Espínola era conocido y odiado en el Paraguay por su anterior gestión "despótica". Había sido destituido dos veces por Velasco, y el Cabildo de Asunción había enviado pocos meses antes una "representación" al Virrey para que no lo volviera a restituir en su cargo. Al pasar por Pilar rumbo a Asunción exigió al Cabildo su adhesión a la Junta pasando por sobre la autoridad del gobernador. Al llegar a Asunción corrió el rumor que venía a reemplazar a Velasco y a reclutar soldados con destino a Buenos Aires. Velasco le ordenó que subiera a Concepción hasta tanto se decidiera qué política seguir con la Junta pero Espínola huyó hacia Buenos Aires. Allí logró convencer al gobierno de que enviando una pequeña fuerza militar podía lograrse la adhesión de la provincia ya que, según él, la mayoría apoyaba la unión con Buenos Aires. Con el fracaso de este primer intento de la Junta, la posición de Velasco y el grupo españolista de Asunción se fortaleció políticamente antes de la reunión de la junta general del 24 de julio de 1810.
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La elección del emisario no pudo ser peor. Espínola era conocido y odiado en el Paraguay por su anterior gestión "despótica". Había sido destituido dos veces por Velasco, y el Cabildo de Asunción había enviado pocos meses antes una "representación" al Virrey para que no lo volviera a restituir en su cargo. Al pasar por Pilar rumbo a Asunción exigió al Cabildo su adhesión a la Junta pasando por sobre la autoridad del gobernador. Al llegar a Asunción corrió el rumor que venía a reemplazar a Velasco y a reclutar soldados con destino a Buenos Aires. Velasco le ordenó que subiera a Concepción hasta tanto se decidiera qué política seguir con la Junta pero Espínola huyó hacia Buenos Aires. Allí logró convencer al gobierno de que enviando una pequeña fuerza militar podía lograrse la adhesión de la provincia ya que, según él, la mayoría apoyaba la unión con Buenos Aires. Con el fracaso de este primer intento de la Junta, la posición de Velasco y el grupo españolista de Asunción se fortaleció políticamente antes de la reunión de la junta general del 24 de julio de 1810.
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Congreso del 24 de julio de 1810
El 28 de junio de 1810, acatando el dictamen del Cabildo, el gobernador Velasco, en su calidad de "Gobernador Militar y Político e Intendente de la Provincia del Paraguay y treinta Pueblos de Misiones de Indios Guaraníes, y Tapes del Uruguay, Paraná, Campañas Adyacentes" convocó a una asamblea que finalmente se inició el 24 de julio para:
"(...) proceder con la madurez y circunspeccion debida al reconocimto de la Junta Provisional Gubernativa instalada en Buenos Aires a consecuencia de la abdicacion del mando hecho por (...) Baltasar Hidalgo de Cisneros, y elección de Diputado que debe pasar á aquella Capital como Representante de esta Provincia para tratar del gobierno que en nombre de (...) Fernando VII deba establecerse mientras duren las actuales circunstancias...".
Gobernador Velasco. Convocatoria Junta general en (Ashwell, 1999, p. 203-4)
El 17 de julio el gobernador y el Cabildo informaron a la Junta de Buenos Aires que habían decidido realizar una asamblea de toda la provincia el 24 de julio de 1810 para resolver sobre la cuestión. Una información similar fue cursada el mismo día a la Real Audiencia de Buenos Aires. El 24 de julio se reunió, en el Real Colegio de San Carlos, bajo la presidencia de Velasco, un congreso de 225 funcionarios y vecinos influyentes de toda la provincia. El congreso resolvió por aclamación no adherir a la Junta de Buenos Aires, aunque sí mantener relaciones fraternales con ella, y jurar obediencia al Consejo de Regencia de España e Indias, desechando el parecer del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia que expuso:
"Esta asamblea no perderá su tiempo debatiendo si el cobarde padre o el apocado hijo es el rey de España (...) Ninguno de ellos es ya rey del Paraguay (...) La única cuestión que debe debatirse en esta asamblea y decidirse por mayoría de votos es cómo debemos defender y mantener nuestra independencia contra España, contra Lima, contra Buenos Aires y contra el Brasil".
Discurso atribuído al doctor Francia en el Congreso General del 24 de julio de 1810 en (Vittone, 1960, p. 13/14)
Teniendo en cuenta la advertencia de la Junta de Buenos Aires sobre una posible invasión portuguesa al Paraguay, la asamblea decidió también formar una Junta de Guerra para defender la Provincia. Velasco dio a conocer al pueblo lo decidido y aconsejando que se evite toda discusión y controversia sobre los puntos ya decididos, amenazó con poner en prisión a quienes perturben la tranquilidad pública. El 30 de julio, sin perder tiempo, Velasco llamó a los ciudadanos a alistarse para cuando la Patria los necesite, y el 8 de agosto prohibió que se vendiese o gastase pólvora en cohetes ni fuegos artificiales estableciendo además un toque de queda en la ciudad.10
"(...) proceder con la madurez y circunspeccion debida al reconocimto de la Junta Provisional Gubernativa instalada en Buenos Aires a consecuencia de la abdicacion del mando hecho por (...) Baltasar Hidalgo de Cisneros, y elección de Diputado que debe pasar á aquella Capital como Representante de esta Provincia para tratar del gobierno que en nombre de (...) Fernando VII deba establecerse mientras duren las actuales circunstancias...".
Gobernador Velasco. Convocatoria Junta general en (Ashwell, 1999, p. 203-4)
El 17 de julio el gobernador y el Cabildo informaron a la Junta de Buenos Aires que habían decidido realizar una asamblea de toda la provincia el 24 de julio de 1810 para resolver sobre la cuestión. Una información similar fue cursada el mismo día a la Real Audiencia de Buenos Aires. El 24 de julio se reunió, en el Real Colegio de San Carlos, bajo la presidencia de Velasco, un congreso de 225 funcionarios y vecinos influyentes de toda la provincia. El congreso resolvió por aclamación no adherir a la Junta de Buenos Aires, aunque sí mantener relaciones fraternales con ella, y jurar obediencia al Consejo de Regencia de España e Indias, desechando el parecer del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia que expuso:
"Esta asamblea no perderá su tiempo debatiendo si el cobarde padre o el apocado hijo es el rey de España (...) Ninguno de ellos es ya rey del Paraguay (...) La única cuestión que debe debatirse en esta asamblea y decidirse por mayoría de votos es cómo debemos defender y mantener nuestra independencia contra España, contra Lima, contra Buenos Aires y contra el Brasil".
Discurso atribuído al doctor Francia en el Congreso General del 24 de julio de 1810 en (Vittone, 1960, p. 13/14)
Teniendo en cuenta la advertencia de la Junta de Buenos Aires sobre una posible invasión portuguesa al Paraguay, la asamblea decidió también formar una Junta de Guerra para defender la Provincia. Velasco dio a conocer al pueblo lo decidido y aconsejando que se evite toda discusión y controversia sobre los puntos ya decididos, amenazó con poner en prisión a quienes perturben la tranquilidad pública. El 30 de julio, sin perder tiempo, Velasco llamó a los ciudadanos a alistarse para cuando la Patria los necesite, y el 8 de agosto prohibió que se vendiese o gastase pólvora en cohetes ni fuegos artificiales estableciendo además un toque de queda en la ciudad.10
Ultimátum y ruptura con la Junta de Buenos Aires
La Junta de Buenos Aires siguió insistiendo a través de notas hasta que finalmente, y tomada la decisión de una acción militar, el 19 de agosto de 1810 envió un ultimátum al gobernador, cabildo y obispo del Paraguay. El argumento oficial de la Junta era que la no adhesión "a la dependencia establecida por las Leyes" se debía al interés personal del gobernador Velasco que no dejaba "obrar al Pueblo libremente" por lo que terminaba haciéndolo responsable, ante Dios y el Rey, de "los males que se preparan". Acto seguido cortó las comunicaciones e incentivó a los partidarios que le eran favorables en el Paraguay.
Preparativos militares en el Paraguay
Si bien la Asamblea del 24 de julio dispuso la formación de una junta de guerra para resistir una posible invasión portuguesa, tras el ultimátum de la Junta resultó evidente que era más probable una invasión militar proveniente de Buenos Aires. En septiembre de 1810, Velasco tomó medidas de seguridad interior: a) Cerró el puerto y paralizó el comercio. b) Algunas personas partidarias de Buenos Aires fueron confinadas al Fuerte Borbón.
Desde el punto de vista militar delegó el mando en el Cabildo, instaló su cuartel general en el colegio San Carlos, pertrechó algunos barcos mercantes con destino a Ñeembucú y ordenó el acuartelamiento de tropas y nombramiento de oficiales.
Anticipándose a las operaciones enemigas se dirigió personalmente al sur, cruzó el Paraná e hizo jurar fidelidad al Consejo de Regencia a los pobladores de Candelaria y Santiago. Su objetivo principal era recoger todas las armas que pudiera encontrar en esa zona que respondía al teniente gobernador Tomas Rocamora que se había plegado a la Junta y que podría ser la base de operaciones para invadir el Paraguay por Itapúa.
A fines de septiembre y en los primeros días de octubre de 1810, en una doble operación terrestre y naval, el capitán Fulgencio Yegros ocupó la Guardia de Curupayty y el Paso de Itatí en la zona de Neembucú al sur, en disputa con Corrientes, y José Antonio Zavala, con una flotilla de 4 barcos, liberó 8 buques que habían sido detenidos en Corrientes en su viaje a Asunción.
El 8 de septiembre llegó a Asunción una nota de Vicente Nieto, presidente de la Real Audiencia de Charcas, comunicando la negativa de las intendencias del Alto Perú a reconocer a la Junta y dos días después Velasco dio a conocer un comunicado del gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, en la que el exvirrey Cisneros hacía saber que su firma, en las circulares en las que aconsejaba reconocer a la Junta, le habían sido arrancadas a la fuerza. Estas dos noticias reforzaron aun más la posición de Velasco.
Desde el punto de vista militar delegó el mando en el Cabildo, instaló su cuartel general en el colegio San Carlos, pertrechó algunos barcos mercantes con destino a Ñeembucú y ordenó el acuartelamiento de tropas y nombramiento de oficiales.
Anticipándose a las operaciones enemigas se dirigió personalmente al sur, cruzó el Paraná e hizo jurar fidelidad al Consejo de Regencia a los pobladores de Candelaria y Santiago. Su objetivo principal era recoger todas las armas que pudiera encontrar en esa zona que respondía al teniente gobernador Tomas Rocamora que se había plegado a la Junta y que podría ser la base de operaciones para invadir el Paraguay por Itapúa.
A fines de septiembre y en los primeros días de octubre de 1810, en una doble operación terrestre y naval, el capitán Fulgencio Yegros ocupó la Guardia de Curupayty y el Paso de Itatí en la zona de Neembucú al sur, en disputa con Corrientes, y José Antonio Zavala, con una flotilla de 4 barcos, liberó 8 buques que habían sido detenidos en Corrientes en su viaje a Asunción.
El 8 de septiembre llegó a Asunción una nota de Vicente Nieto, presidente de la Real Audiencia de Charcas, comunicando la negativa de las intendencias del Alto Perú a reconocer a la Junta y dos días después Velasco dio a conocer un comunicado del gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, en la que el exvirrey Cisneros hacía saber que su firma, en las circulares en las que aconsejaba reconocer a la Junta, le habían sido arrancadas a la fuerza. Estas dos noticias reforzaron aun más la posición de Velasco.
Expedición de Belgrano
El 4 de septiembre de 1810, la Junta de Buenos Aires, apoyándose en la información de Espínola, ordenó a uno de sus vocales, el doctor Manuel Belgrano, que el ejército que había organizado para operar en la Banda Oriental invadiera la Provincia del Paraguay para obtener su adhesión.
Simultáneamente, la Junta envió hacia Asunción al capitán Juan Francisco Arias, y poco después al asunceno Juan Francisco Agüero, para convencer a las autoridades de esa provincia sobre la justicia de la causa de Buenos Aires y los peligros de enfrentarla.
Belgrano inició la formación de su ejército el 23 de septiembre en San Nicolás de los Arroyos,11 e incorporó más tropas en Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones. A fines de diciembre de 1810 ingresó al territorio paraguayo por Itapúa.12
Belgrano supuso que la sola presencia de su tropa bastaría para que la inmensa mayoría de la población paraguaya se plegara a la Junta de Buenos Aires. Sin embargo, no solo no recibió apoyo de la población sino que esta se manifestó hostil ante presencia. Sus fuerzas fueron derrotadas en Paraguarí, el 19 de enero de 1811, y en Tacuarí, el 9 de marzo.13
Ambas victorias paraguayas son consideradas como el inicio de una toma de conciencia de las propias fuerzas por parte de la oficialidad paraguaya.
Simultáneamente, la Junta envió hacia Asunción al capitán Juan Francisco Arias, y poco después al asunceno Juan Francisco Agüero, para convencer a las autoridades de esa provincia sobre la justicia de la causa de Buenos Aires y los peligros de enfrentarla.
Belgrano inició la formación de su ejército el 23 de septiembre en San Nicolás de los Arroyos,11 e incorporó más tropas en Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones. A fines de diciembre de 1810 ingresó al territorio paraguayo por Itapúa.12
Belgrano supuso que la sola presencia de su tropa bastaría para que la inmensa mayoría de la población paraguaya se plegara a la Junta de Buenos Aires. Sin embargo, no solo no recibió apoyo de la población sino que esta se manifestó hostil ante presencia. Sus fuerzas fueron derrotadas en Paraguarí, el 19 de enero de 1811, y en Tacuarí, el 9 de marzo.13
Ambas victorias paraguayas son consideradas como el inicio de una toma de conciencia de las propias fuerzas por parte de la oficialidad paraguaya.
Conferencias de Belgrano con jefes paraguayos
Belgrano pidió un armisticio a Cabañas, y aprovechó las negociaciones del mismo para hacer propaganda en favor de la Junta de Buenos Aires entre los oficiales enemigos. Belgrano realizó ocho proposiciones que Cabañas se excusó de resolver por no estar facultado por el gobernador. Mientras las cartas que enviaba Belgrano a Cabañas se excedían en buenas intenciones, sus informes confidenciales a la Junta de Buenos Aires mostraron que sus verdaderas intenciones eran otras:
"(...) es de todo punto necesario conquistar a los salvajes paraguayos (...) a esa canalla a quien se debe impedir que tenga que comer para someterla más fácilmente"
(Garay, 1897, p. 99)
Velasco solo recompensó, por su lealtad, al capitán Fulgencio Yegros quien fue ascendido y nombrado gobernador de Misiones al mando de 200 hombres con sede en Itapúa.15
"(...) es de todo punto necesario conquistar a los salvajes paraguayos (...) a esa canalla a quien se debe impedir que tenga que comer para someterla más fácilmente"
(Garay, 1897, p. 99)
Velasco solo recompensó, por su lealtad, al capitán Fulgencio Yegros quien fue ascendido y nombrado gobernador de Misiones al mando de 200 hombres con sede en Itapúa.15
Velasco pide ayuda a los portugueses
Pese a las buenas relaciones de Velasco con Francisco das Chagas Santos, el comandante portugués de las Misiones Orientales, el superior de este, el Capitán General Diego de Souza le pidió explicaciones a raíz de la incursión que había realizado en Candelaria. 16
Después de la derrota de Belgrano en Paraguarí y su lenta retirada hacia el Paraná, Velasco intentó asegurar la estratégica vía de comunicación por el río Uruguay que lo comunicaría con las fuerzas de Vigodet en Montevideo y con los portugueses de las Misiones Orientales y de paso presionar por la retaguardia a Belgrano. A tal efecto solicitó a Diego de Souza unos 200 soldados para tal fin.17
El 3 de febrero de 1811 teniendo noticias vagas sobre la derrota de Belgrano en Paraguarí, Diego de Souza propuso al flamante virrey Elío, en Montevideo, que previo común acuerdo con Velasco, poder ingresar con sus tropas para recuperar la zona del Uruguay y Paraná.
El 27 de febrero Souza le comunicó a Elío que había recibido pedidos de auxilio de Velasco para sostener la persecución de Belgrano e impedir que nuevos refuerzos pudieran venir en su ayuda desde Corrientes, Santa Fe y del propio Tomas Rocamora ubicado en Santa Rosa. Dos días antes Souza había anticipado a Velasco que en lugar de los 200 hombres solicitados él enviaría preventivamente entre 800 y 1000 soldados a las costas del Uruguay a la espera de futuras órdenes de Velasco.
Cuando Souza se enteró de la capitulación de Belgrano envió una nota proponiendo una entrevista personal con Velasco para realizar "operaciones sucesivas". Como esta nota no llegó a destino insistió enviando al capitán José de Abreu Mena Barreto donde explicitó su plan de sumar sus fuerzas a la de Velasco y Elío para liberar el Uruguay de la "dominación de Buenos Aires sin lo cual ni su gobierno, ni aquel dejarán de estar siempre amenazados o inquietos".18
El capitán Abreu, luego de estar retenido 15 días en Itapúa, fue recibido en Asunción por los "españolistas" más radicales como "un don del cielo". Pese a las condiciones que traía Abreu de que previamente se debía reconocer los derechos de Carlota Joaquina a la corona española y sus dominios, la presión del ala españolista más radical venció a la oposición en el Cabildo y logró que se aprobara la ayuda. Sin embargo, Velasco se opuso al ingreso de tropas "que por ahora no necesita esta provincia" pero si pidió una ayuda de 25000 pesos para pagar los sueldos de los soldados que habían dejado largos meses a sus familias y negocios para defender la Provincia y cuyo disgusto podía ser utilizado en su contra.19
Velasco venía dilatando la concreción de esa "ayuda" de 200 hombres que había pedido cuando Belgrano estaba dentro de la Provincia pero que ahora, sospechosamente, había aumentado a 1500 cuando ya no existía ningún peligro. Por otra parte no tenía autorización para permitir el ingreso de tropas extranjeras en la provincia y menos asumir previamente el reconocimiento de Carlota Joaquina. Velasco tenía presente además los cinco complots que se habían producido en su contra entre octubre de 1810 y abril de 1811, la caída de su prestigio luego de su retirada en Paraguarí, las conversaciones de sus oficiales con Belgrano y las consecuencias de las medidas que había tomado para desarmar las fuerzas militares y neutralizar a sus jefes.20
Así como la misión de Espínola y Peña, el ultimátum de la Junta de Buenos Aires y la invasión de Belgrano incrementaron su poder y sirvieron para postergar transitoriamente el accionar de un sector de la oposición a su gobierno, la misión Abreu y el ocultamiento del rechazo de ayuda sería utilizada por estos mismos grupos para destituirlo.19
Después de la derrota de Belgrano en Paraguarí y su lenta retirada hacia el Paraná, Velasco intentó asegurar la estratégica vía de comunicación por el río Uruguay que lo comunicaría con las fuerzas de Vigodet en Montevideo y con los portugueses de las Misiones Orientales y de paso presionar por la retaguardia a Belgrano. A tal efecto solicitó a Diego de Souza unos 200 soldados para tal fin.17
El 3 de febrero de 1811 teniendo noticias vagas sobre la derrota de Belgrano en Paraguarí, Diego de Souza propuso al flamante virrey Elío, en Montevideo, que previo común acuerdo con Velasco, poder ingresar con sus tropas para recuperar la zona del Uruguay y Paraná.
El 27 de febrero Souza le comunicó a Elío que había recibido pedidos de auxilio de Velasco para sostener la persecución de Belgrano e impedir que nuevos refuerzos pudieran venir en su ayuda desde Corrientes, Santa Fe y del propio Tomas Rocamora ubicado en Santa Rosa. Dos días antes Souza había anticipado a Velasco que en lugar de los 200 hombres solicitados él enviaría preventivamente entre 800 y 1000 soldados a las costas del Uruguay a la espera de futuras órdenes de Velasco.
Cuando Souza se enteró de la capitulación de Belgrano envió una nota proponiendo una entrevista personal con Velasco para realizar "operaciones sucesivas". Como esta nota no llegó a destino insistió enviando al capitán José de Abreu Mena Barreto donde explicitó su plan de sumar sus fuerzas a la de Velasco y Elío para liberar el Uruguay de la "dominación de Buenos Aires sin lo cual ni su gobierno, ni aquel dejarán de estar siempre amenazados o inquietos".18
El capitán Abreu, luego de estar retenido 15 días en Itapúa, fue recibido en Asunción por los "españolistas" más radicales como "un don del cielo". Pese a las condiciones que traía Abreu de que previamente se debía reconocer los derechos de Carlota Joaquina a la corona española y sus dominios, la presión del ala españolista más radical venció a la oposición en el Cabildo y logró que se aprobara la ayuda. Sin embargo, Velasco se opuso al ingreso de tropas "que por ahora no necesita esta provincia" pero si pidió una ayuda de 25000 pesos para pagar los sueldos de los soldados que habían dejado largos meses a sus familias y negocios para defender la Provincia y cuyo disgusto podía ser utilizado en su contra.19
Velasco venía dilatando la concreción de esa "ayuda" de 200 hombres que había pedido cuando Belgrano estaba dentro de la Provincia pero que ahora, sospechosamente, había aumentado a 1500 cuando ya no existía ningún peligro. Por otra parte no tenía autorización para permitir el ingreso de tropas extranjeras en la provincia y menos asumir previamente el reconocimiento de Carlota Joaquina. Velasco tenía presente además los cinco complots que se habían producido en su contra entre octubre de 1810 y abril de 1811, la caída de su prestigio luego de su retirada en Paraguarí, las conversaciones de sus oficiales con Belgrano y las consecuencias de las medidas que había tomado para desarmar las fuerzas militares y neutralizar a sus jefes.20
Así como la misión de Espínola y Peña, el ultimátum de la Junta de Buenos Aires y la invasión de Belgrano incrementaron su poder y sirvieron para postergar transitoriamente el accionar de un sector de la oposición a su gobierno, la misión Abreu y el ocultamiento del rechazo de ayuda sería utilizada por estos mismos grupos para destituirlo.19
Ocupación de Corrientes
Reiterando su estrategia del año anterior, Velasco ordenó al comandante Ferrer que avance con su flotilla hacia Corrientes. El 7 de abril de 1811 este se apoderó de unos barcos surtos en ese puerto. El 19 de abril Ferrer, reforzado por naves enviadas por el virrey Elío, ocupó Corrientes e hizo jurar al Cabildo fidelidad al Consejo de Regencia de Cádiz. Nueve días después, Blas José de Rojas Arana, nombrado comandante de Corrientes por Velasco, lanzó una significativa proclama contra la "turbulenta y facinerosa Junta de Buenos Aires. 21 En ella explicitó claramente su identidad y los intereses que realmente guiaban a la Junta de Buenos Aires:
"Paraguayos somos; no esperemos que unos salteadores enemigos de nuestro idolatrado Fernando nos impongan con ardides un yugo vergonzoso, para ir después a costa de nuestra sangre a aumentar su ambición y sus conquistas en Montevideo y Provincias del Perú".
El Paraguay prepara su propia revolución
Medidas preventivas y represivas del gobernador Velasco
Desde fines de 1810, el gobernador Velasco tomó medidas contra quienes conspiraban a favor de la Junta de Buenos Aires, confinando a un grupo de personas en el Fuerte Borbón. El 7 de enero de 1811 hizo procesar y enviar preso a Asunción al administrador del pueblo indígena de Yaguarón, acusado de querer entregar el pueblo a Belgrano.
Luego de la victoria realista paraguaya en Paraguarí, el gobernador ordenó por bando que todas las armas de fuego capturadas al ejército de la Junta de Buenos Aires, y las demás que poseyera la población, fueran entregadas al gobierno. El 13 de marzo se conoció en Asunción la victoria realista paraguaya en la Batalla de Tacuarí, por lo que el gobernador partió hacia las Misiones, dejando el mando delegado en los cabildantes Bernardo de Haedo, José Carísimo y Francisco Díaz de Bedoya.
Tras la retirada del ejército de Belgrano, y en conocimiento de las relaciones que los jefes criollos de sus milicias habían entablaron con Belgrano, Velasco licenció sin pago alguno a los milicianos, muchos de los cuales habían servido sin paga durante 8 meses, ni tampoco recompensó a sus jefes. Impidió una entrada triunfal del ejército en la capital, mientras se hacía tributar honores en el pueblo de Santa María. Apartó de las posiciones de mando a los principales jefes criollos responsables de la victoria, considerados héroes por la población: al coronel Juan Manuel Gamarra lo nombró como mayor de plaza en Asunción, sin mando de tropas; Blas José Roxas pasó como teniente gobernador de Corrientes, lejos de Asunción; el coronel Manuel Cabañas fue nombrado subinspector general de armas, sin mando de tropas; y Fulgencio Yegros fue nombrado teniente gobernador de Misiones, de modo de alejarlo también de la capital paraguaya. La capital quedó guarnecida por milicias de San Isidro del Curuguaty.
El 4 de abril de 1811 fue descubierta una conspiración que debía estallar dos días después. Los complotados pensaban atacar el cuartel para liberar a los presos allí existentes y los prisioneros porteños que se hallaban en un barco, y apoderarse de las armas y municiones del parque de artillería. A continuación, serían capturadas y depuestas las autoridades. La defección y delación por parte de uno de los conspiradores permitió capturar a Manuel Pedro Domecg, Manuel Hidalgo y a Marcelino Rodríguez.
Luego de retornar a Asunción, Velasco publicó un bando instando a los paraguayos a la tranquilidad general, y tomó a todas las autoridades nuevamente juramento de obediencia al rey Fernando VII, ordenando festejos solemnes en toda la provincia para acompañar el juramento. A fines, de abril desarticuló la prédica del cura José Fermín Sarmiento, quien junto a José de María y a José Mariano Báez, conspiraban en Concepción a favor de la Junta de Buenos Aires.
Desautorizando la promesa que Manuel Cabañas había hecho a Belgrano respecto de dejar en libertad a los prisioneros capturado al ejército auxiliar, Velasco los hizo conducir a Asunción y desde allí a Montevideo, ciudad con la cual las comunicaciones fluviales habían sido restablecidas por el virrey Francisco Javier de Elío.
Luego de la victoria realista paraguaya en Paraguarí, el gobernador ordenó por bando que todas las armas de fuego capturadas al ejército de la Junta de Buenos Aires, y las demás que poseyera la población, fueran entregadas al gobierno. El 13 de marzo se conoció en Asunción la victoria realista paraguaya en la Batalla de Tacuarí, por lo que el gobernador partió hacia las Misiones, dejando el mando delegado en los cabildantes Bernardo de Haedo, José Carísimo y Francisco Díaz de Bedoya.
Tras la retirada del ejército de Belgrano, y en conocimiento de las relaciones que los jefes criollos de sus milicias habían entablaron con Belgrano, Velasco licenció sin pago alguno a los milicianos, muchos de los cuales habían servido sin paga durante 8 meses, ni tampoco recompensó a sus jefes. Impidió una entrada triunfal del ejército en la capital, mientras se hacía tributar honores en el pueblo de Santa María. Apartó de las posiciones de mando a los principales jefes criollos responsables de la victoria, considerados héroes por la población: al coronel Juan Manuel Gamarra lo nombró como mayor de plaza en Asunción, sin mando de tropas; Blas José Roxas pasó como teniente gobernador de Corrientes, lejos de Asunción; el coronel Manuel Cabañas fue nombrado subinspector general de armas, sin mando de tropas; y Fulgencio Yegros fue nombrado teniente gobernador de Misiones, de modo de alejarlo también de la capital paraguaya. La capital quedó guarnecida por milicias de San Isidro del Curuguaty.
El 4 de abril de 1811 fue descubierta una conspiración que debía estallar dos días después. Los complotados pensaban atacar el cuartel para liberar a los presos allí existentes y los prisioneros porteños que se hallaban en un barco, y apoderarse de las armas y municiones del parque de artillería. A continuación, serían capturadas y depuestas las autoridades. La defección y delación por parte de uno de los conspiradores permitió capturar a Manuel Pedro Domecg, Manuel Hidalgo y a Marcelino Rodríguez.
Luego de retornar a Asunción, Velasco publicó un bando instando a los paraguayos a la tranquilidad general, y tomó a todas las autoridades nuevamente juramento de obediencia al rey Fernando VII, ordenando festejos solemnes en toda la provincia para acompañar el juramento. A fines, de abril desarticuló la prédica del cura José Fermín Sarmiento, quien junto a José de María y a José Mariano Báez, conspiraban en Concepción a favor de la Junta de Buenos Aires.
Desautorizando la promesa que Manuel Cabañas había hecho a Belgrano respecto de dejar en libertad a los prisioneros capturado al ejército auxiliar, Velasco los hizo conducir a Asunción y desde allí a Montevideo, ciudad con la cual las comunicaciones fluviales habían sido restablecidas por el virrey Francisco Javier de Elío.
Vísperas de la Revolución
El resentimiento de los oficiales criollos contra el gobernador Velasco luego de que éste no recompensara a los milicianos por sus victorias, junto con el temor del ingreso de fuerzas portuguesas al Paraguay, y el accionar propagandístico de Belgrano, llevó a que condensara en torno a Fulgencio Yegros una conspiración para finalizar la dependencia del Paraguay respecto del virrey Elío y del Consejo de Regencia de España. Como Yegros se hallaba en Itapúa, Gaspar Rodríguez de Francia dirigió la planificación del golpe en la capital. Allí fue decisivo el accionar del capitán Pedro Juan Caballero y del alférez Vicente Ignacio Iturbe, quienes lograron el concurso de los soldados del cuartel de Asunción.
El plan inicial preveía un movimiento sincronizado. En Itapúa se levantaría Fulgencio Yegros; en Corrientes, Blas José de Rojas; quienes destacarían columnas hacia Asunción, a las que se uniría Manuel Atanasio Cabañas en la Cordillera, entrando en la capital el 25 de mayo, primer aniversario de la revolución de Buenos Aires.22
El 24 de abril de 1811 Iturbe fue llamado a prestar declaración, ya que el abogado Juan de la Cruz Bargas delató la existencia de una conspiración, poniendo en sospechas a las autoridades. Como el viaje de Yegros a Asunción para ponerse al frente de la revolución no podría dejar de ser advertido por Velasco, Caballero decidió no esperarlo y adelantar el golpe ante el peligro de que fueran arrestados. El 13 de mayo el Cabildo aceptó unánimemente el ofrecimiento del ingreso al Paraguay de tropas portuguesas, pese a la oposición de Velasco. El asesor del gobernador, Pedro Somellera, afirmó que él comunicó a los principales complotados la decisión secreta del Cabildo, alarmado por el peligro portugués. En la mañana del 14 de mayo Iturbe recibió el aviso de su pariente, el síndico procurador del cabildo Juan Antonio Fernández, sobre que Velasco estaba al corriente de sus reuniones subversivas en la caso de Juan Francisco Recalde, transmitiendo la noticia a Caballero. El día 15, Abreu debía partir con la comunicación del Cabildo.
El plan inicial preveía un movimiento sincronizado. En Itapúa se levantaría Fulgencio Yegros; en Corrientes, Blas José de Rojas; quienes destacarían columnas hacia Asunción, a las que se uniría Manuel Atanasio Cabañas en la Cordillera, entrando en la capital el 25 de mayo, primer aniversario de la revolución de Buenos Aires.22
El 24 de abril de 1811 Iturbe fue llamado a prestar declaración, ya que el abogado Juan de la Cruz Bargas delató la existencia de una conspiración, poniendo en sospechas a las autoridades. Como el viaje de Yegros a Asunción para ponerse al frente de la revolución no podría dejar de ser advertido por Velasco, Caballero decidió no esperarlo y adelantar el golpe ante el peligro de que fueran arrestados. El 13 de mayo el Cabildo aceptó unánimemente el ofrecimiento del ingreso al Paraguay de tropas portuguesas, pese a la oposición de Velasco. El asesor del gobernador, Pedro Somellera, afirmó que él comunicó a los principales complotados la decisión secreta del Cabildo, alarmado por el peligro portugués. En la mañana del 14 de mayo Iturbe recibió el aviso de su pariente, el síndico procurador del cabildo Juan Antonio Fernández, sobre que Velasco estaba al corriente de sus reuniones subversivas en la caso de Juan Francisco Recalde, transmitiendo la noticia a Caballero. El día 15, Abreu debía partir con la comunicación del Cabildo.
Revolución del 14 de mayo
A las 10 de la noche del día 14, Pedro Juan Caballero hizo replicar inesperadamente las campanas de la catedral; era la señal convenida para que los complotados se reunieran en el cuartel general frente a la plaza. Caballero e Iturbe avanzaron hacia el cuartel con 3 compañías de infantería y 3 de artillería, siéndole franqueado el paso por el comandante de la guardia, capitán Mauricio José Troche, lográndose apoderar del parque de artillería y de las armas sin ninguna resistencia. Las fuerzas acantonadas en el cuartel eran: 106 soldados al mando del capitán Juan José Vera, 34 milicianos de San Isidro de Curuguaty al mando de Trouche, y una compañía de fusileros al mando de Cuestas. Cuando el mayor de plaza Cabrera retornó al cuartel con 8 soldados que realizaban una ronda, fue arrestado por Iturbe.
Caballero fue reconocido como comandante del cuartel y comenzó a reunirse parte del pueblo en torno al mismo. Velasco envió a un sacerdote al cuartel para averiguar qué ocurría, y luego recibió una intimación de Iturbe para que renunciara al gobierno. Velasco se negó a renunciar, intimando además a Iturbe que no dejara partir a los enviados portugueses. Se le hizo una nueva propuesta para que admitiera a dos personas como adjuntos en los despachos de gobierno hasta la celebración de un congreso provincial que determinara la forma de gobierno. El gobernador rechazó también esta segunda comunicación.
Como el gobernador no cediera, se dispuso de dos cañones y se enviaron patrullas a recorrer las inmediaciones, mientras se convocaba a más adictos para aumentar las fuerzas y se repartían armas. Durante la noche, el teniente coronel Gamarra presentó a Velasco un plan para atacar el cuartel, pero el informe convenció al gobernador de su propia debilidad.
En la mañana del 15 de mayo, Velasco desestimó los planes de resistencia, y finalmente aceptó que le fueran asociados dos individuos para el despacho de gobierno. Éstos fueron el abogado criollo Gaspar Rodríguez de Francia y el comerciante español Juan Valeriano de Zeballos. El nuevo gobierno sería provisorio hasta la celebración de un congreso provincial. El asesor de Velasco, el porteño Pedro Somellera, propuso enviar un pliego a Buenos Aires relatando lo ocurrido. Para esa misión fue designado José de María, pero al llegar Francia al cuartel disuadió a Caballero para no darles un alegrón a los porteños. Ese mismo día se integró el gobierno provisional con Velasco al frente, quien emitió un bando prohibiendo la circulación de personal desde las 9 de la noche.
El cambio de gobierno se había consumado sin disparar una sola bala.
Caballero fue reconocido como comandante del cuartel y comenzó a reunirse parte del pueblo en torno al mismo. Velasco envió a un sacerdote al cuartel para averiguar qué ocurría, y luego recibió una intimación de Iturbe para que renunciara al gobierno. Velasco se negó a renunciar, intimando además a Iturbe que no dejara partir a los enviados portugueses. Se le hizo una nueva propuesta para que admitiera a dos personas como adjuntos en los despachos de gobierno hasta la celebración de un congreso provincial que determinara la forma de gobierno. El gobernador rechazó también esta segunda comunicación.
Como el gobernador no cediera, se dispuso de dos cañones y se enviaron patrullas a recorrer las inmediaciones, mientras se convocaba a más adictos para aumentar las fuerzas y se repartían armas. Durante la noche, el teniente coronel Gamarra presentó a Velasco un plan para atacar el cuartel, pero el informe convenció al gobernador de su propia debilidad.
En la mañana del 15 de mayo, Velasco desestimó los planes de resistencia, y finalmente aceptó que le fueran asociados dos individuos para el despacho de gobierno. Éstos fueron el abogado criollo Gaspar Rodríguez de Francia y el comerciante español Juan Valeriano de Zeballos. El nuevo gobierno sería provisorio hasta la celebración de un congreso provincial. El asesor de Velasco, el porteño Pedro Somellera, propuso enviar un pliego a Buenos Aires relatando lo ocurrido. Para esa misión fue designado José de María, pero al llegar Francia al cuartel disuadió a Caballero para no darles un alegrón a los porteños. Ese mismo día se integró el gobierno provisional con Velasco al frente, quien emitió un bando prohibiendo la circulación de personal desde las 9 de la noche.
El cambio de gobierno se había consumado sin disparar una sola bala.
Gobierno de Velasco y sus consocios
En la tarde del 15 de mayo, Velasco emitió un bando prohibiendo la circulación de personas desde las 9 de la noche. Dos días más tarde, en otro bando, ordenó que todo aquél que tuviera armas de fuego la entregase al gobierno en 24 horas. También aclaraba el sentido del cambio de gobierno:
(...) no ha tenido por causa y por objeto en la presente determinacion, el entregar, ó dexar esta Provincia al mando, autoridad y disposición de la de Buenos Ayres, ni de otra alguna ni de mucho menos el sugetarla á ninguna Potencia extraña. (...) reconociendo siempre al desgraciado Soberano bajo cuyos Auspicios vivimos, uniendo y confederandose con la misma Ciudad de Buenos Ayres para la defensa comun y para procurar la felicidad de ambas Provincias y las demas del continente, bajo un sistema de mutua union, amistad y conformidad, cuya base sea la igualdad de Derechos.
Antes de partir de Itapúa, Yegros arrestó a 115 españoles y se apoderó de los botes que custodiaban el río Paraná. Marchó inmediatamente con sus soldados hacia Asunción, dejando a Vicente Antonio Matiauda como comandante interino de la frontera. En el camino fue alcanzado por un mensajero de su hermano, que le comunicó los sucesos de Asunción. Hasta ese momento, Yegros era partidario de la Junta de Buenos Aires, de modo que hizo seguir al mensajero hacia Itapúa, para que Matiauda comunicara los acontecimientos a las autoridades fronterizas dependientes de Buenos Aires. Yegros entró en Asunción el 21 de mayo, saludado por una salva de 21 cañonazos.
El comandante de Ñeembucú y de la flota fluvial, Jaime Ferrer, fue separado de ambos mandos.
El comandante realista de Corrientes adhirió al movimiento; el 16 de mayo, de acuerdo con el regidor Ángel Fernández Blanco, apresó a unos 100 españoles de la ciudad, apoderándose de 13 barcos. El 30 de mayo, el gobierno de Asunción anunció:
"La ocupación de la ciudad de Corrientes por las fuerzas de esta provincia fue solamente consultando la seguridad, necesária en mención á la falta de espresión suficiente en la capitulación hecha después del ultimo combate en Tacuarí entre el General de las tropas de esta ciudad, y el de las de Buenos Aires, pero el presente Gobierno de acuerdo con el Comandante y Oficiales del cuartel general de esta plaza, ha resuelto el procurar terminar por medios pacíficos las diferencias ocurridas con la citada ciudad de Buenos Aires, y como no hay motivo de esperar de la prudencia y circunspección de la Excelentísima Junta de aquella ciudad el que penetrada de iguales sentimientos de razon y humanidad deje de adoptar un sistema tan benéfico y justo como el mas natural y aun necesario en las presentes circunstancias a fin de conservar la unión y seguridad general de las provincias de este continente: se ha acordado igualmente prevenir a Usted que luego al recibo de esta orden evacué y deje enteramente libre esa ciudad, dando a saber á su Ilustre Ayuntamiento y Comandante, si este se hallase en oportunidad, que en lo sucesivo deben observar el mismo régimen y gobierno que tenian anteriormente subordinado, a la propia Exma. Junta de Buenos Aires como Dependiente de aquella capital."
El 1 de junio se recibió en Asunción una nota reservada — fechada el 8 de abril de 1811 — del embajador español en Río de Janeiro, marqués de Casa Irujo, en la que se ordenaba a Velasco que por ningún motivo consintiese, que tropas portuguesas pisasen en la provincia, ni con pretexto de sujetar a los insurjentes.
(...) no ha tenido por causa y por objeto en la presente determinacion, el entregar, ó dexar esta Provincia al mando, autoridad y disposición de la de Buenos Ayres, ni de otra alguna ni de mucho menos el sugetarla á ninguna Potencia extraña. (...) reconociendo siempre al desgraciado Soberano bajo cuyos Auspicios vivimos, uniendo y confederandose con la misma Ciudad de Buenos Ayres para la defensa comun y para procurar la felicidad de ambas Provincias y las demas del continente, bajo un sistema de mutua union, amistad y conformidad, cuya base sea la igualdad de Derechos.
Antes de partir de Itapúa, Yegros arrestó a 115 españoles y se apoderó de los botes que custodiaban el río Paraná. Marchó inmediatamente con sus soldados hacia Asunción, dejando a Vicente Antonio Matiauda como comandante interino de la frontera. En el camino fue alcanzado por un mensajero de su hermano, que le comunicó los sucesos de Asunción. Hasta ese momento, Yegros era partidario de la Junta de Buenos Aires, de modo que hizo seguir al mensajero hacia Itapúa, para que Matiauda comunicara los acontecimientos a las autoridades fronterizas dependientes de Buenos Aires. Yegros entró en Asunción el 21 de mayo, saludado por una salva de 21 cañonazos.
El comandante de Ñeembucú y de la flota fluvial, Jaime Ferrer, fue separado de ambos mandos.
El comandante realista de Corrientes adhirió al movimiento; el 16 de mayo, de acuerdo con el regidor Ángel Fernández Blanco, apresó a unos 100 españoles de la ciudad, apoderándose de 13 barcos. El 30 de mayo, el gobierno de Asunción anunció:
"La ocupación de la ciudad de Corrientes por las fuerzas de esta provincia fue solamente consultando la seguridad, necesária en mención á la falta de espresión suficiente en la capitulación hecha después del ultimo combate en Tacuarí entre el General de las tropas de esta ciudad, y el de las de Buenos Aires, pero el presente Gobierno de acuerdo con el Comandante y Oficiales del cuartel general de esta plaza, ha resuelto el procurar terminar por medios pacíficos las diferencias ocurridas con la citada ciudad de Buenos Aires, y como no hay motivo de esperar de la prudencia y circunspección de la Excelentísima Junta de aquella ciudad el que penetrada de iguales sentimientos de razon y humanidad deje de adoptar un sistema tan benéfico y justo como el mas natural y aun necesario en las presentes circunstancias a fin de conservar la unión y seguridad general de las provincias de este continente: se ha acordado igualmente prevenir a Usted que luego al recibo de esta orden evacué y deje enteramente libre esa ciudad, dando a saber á su Ilustre Ayuntamiento y Comandante, si este se hallase en oportunidad, que en lo sucesivo deben observar el mismo régimen y gobierno que tenian anteriormente subordinado, a la propia Exma. Junta de Buenos Aires como Dependiente de aquella capital."
El 1 de junio se recibió en Asunción una nota reservada — fechada el 8 de abril de 1811 — del embajador español en Río de Janeiro, marqués de Casa Irujo, en la que se ordenaba a Velasco que por ningún motivo consintiese, que tropas portuguesas pisasen en la provincia, ni con pretexto de sujetar a los insurjentes.
El Congreso de 1811 y la Junta de Gobierno
Entre el 17 de junio y el 20 de junio de 1811 se reunió un congreso provincial que decidió
"No reconocer otro soberano que Fernando VII y sostener los derechos, libertad, defensa e indemnidad de esta provincia".
También se decició suspender el pasado reconocimiento de la Junta de Regencia, reconociendo como única autoridad superior a las autoridades locales la del rey Fernando VII, que estaba impedido de gobernar.
El capitán Abreu debía haber partido de Asunción con la respuesta reservada de Velasco el día 15 de mayo, pero tras los sucesos de ese día, Francia y Zevallos le retuvieron el pliego y redactaron otro. Cuando el comandante de Concepción, Pedro Gracia, tuvo conocimiento de lo ocurrido en la capital, huyó hacia el Mato Grosso. Las sospechas contra Velasco eran cada vez mayores. Cuando el capitán Blas José de Rojas interceptó en La Bajada una carta de Genovés a Velasco instándolo a continuar sus planes de acuerdo con los portugueses, los criollos de Asunción se convencieron de derrocar a Velasco.
El 19 de junio Velasco fue destituido y apresado junto con los miembros del cabildo, acusados de entendimiento con Elío en Montevideo y de negociar con los portugueses para defender la monarquía aún al precio de depender del Imperio portugués. Los detenidos quedaban a disposición del Congreso que se estaba celebrando.
En lugar del Gobernador y sus consocios, el Congreso nombró una Junta Superior Gubernativa, presidida por el teniente coronel Fulgencio Yegros, como presidente y comandante general de armas, e integrada por los vocales Rodríguez de Francia, el capitán Pedro Juan Caballero, el sacerdote Francisco Xavier Bogarín y Fernando de la Mora; la misma Junta nombraría además un secretario. Se dispuso que los cargos de la Junta no duraran más de 5 años. Quedaban dentro de las atribuciones de la Junta nombrar y señalar los sueldos de los empleados públicos, mantener el ejército y establecer impuestos, así como nombrar por única vez a los miembros del Cabildo de Asunción. Los españoles fueron cesados en todos sus empleos, excepto Zeballos. Todo reconocimiento de autoridades españolas quedaba suspendido, pero los miembros de la Junta debían reconocer como único soberano a Fernando VII.
Se resolvió además que:
(...) esta Provincia no sólo tenga amistad, buena armonía y correspondencia con la Ciudad de Buenos aires y demás provincias confederadas, sino que también se una con ella para el fin de formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equidad y de igualdad (...)
Las bases de la relación con Buenos Aires fueron determinadas por el Congreso como de independencia absoluta del Paraguay hasta la reunión de un congreso de las Provincias Unidas. Se nombró diputado al Congreso a reunirse en Buenos Aires a Gaspar Rodríguez de Francia, que anteriormente había sido nombrado para ese cargo por el cabildo. Los reglamentos, formas de gobierno o constitución que sancionara dicho Congreso debían ser ratificados por el Congreso paraguayo.
Las principales medidas fiscales fueron la abolición del impuesto de sisa y arbitrio que la yerba mate pagaba en Buenos Aires, y la extinción del estanco de tabaco
La Junta asumió sus funciones el 20 de junio de 1811, disolviendo el Congreso. El vocal Mora asumió provisoriamente la secretaría de la Junta. El 22 fue emitido un bando con las disposiciones del Congreso, entre ellas nombrando al comandante Blas José de Rojas como subdelegado del Departamento de Santiago, con agregación de los Pueblos de Itapúa, Trinidad y Jesús, y comandante de la frontera. Para la subdelegación de Candelaria la junta debía nombrar un subdelegado.
"No reconocer otro soberano que Fernando VII y sostener los derechos, libertad, defensa e indemnidad de esta provincia".
También se decició suspender el pasado reconocimiento de la Junta de Regencia, reconociendo como única autoridad superior a las autoridades locales la del rey Fernando VII, que estaba impedido de gobernar.
El capitán Abreu debía haber partido de Asunción con la respuesta reservada de Velasco el día 15 de mayo, pero tras los sucesos de ese día, Francia y Zevallos le retuvieron el pliego y redactaron otro. Cuando el comandante de Concepción, Pedro Gracia, tuvo conocimiento de lo ocurrido en la capital, huyó hacia el Mato Grosso. Las sospechas contra Velasco eran cada vez mayores. Cuando el capitán Blas José de Rojas interceptó en La Bajada una carta de Genovés a Velasco instándolo a continuar sus planes de acuerdo con los portugueses, los criollos de Asunción se convencieron de derrocar a Velasco.
El 19 de junio Velasco fue destituido y apresado junto con los miembros del cabildo, acusados de entendimiento con Elío en Montevideo y de negociar con los portugueses para defender la monarquía aún al precio de depender del Imperio portugués. Los detenidos quedaban a disposición del Congreso que se estaba celebrando.
En lugar del Gobernador y sus consocios, el Congreso nombró una Junta Superior Gubernativa, presidida por el teniente coronel Fulgencio Yegros, como presidente y comandante general de armas, e integrada por los vocales Rodríguez de Francia, el capitán Pedro Juan Caballero, el sacerdote Francisco Xavier Bogarín y Fernando de la Mora; la misma Junta nombraría además un secretario. Se dispuso que los cargos de la Junta no duraran más de 5 años. Quedaban dentro de las atribuciones de la Junta nombrar y señalar los sueldos de los empleados públicos, mantener el ejército y establecer impuestos, así como nombrar por única vez a los miembros del Cabildo de Asunción. Los españoles fueron cesados en todos sus empleos, excepto Zeballos. Todo reconocimiento de autoridades españolas quedaba suspendido, pero los miembros de la Junta debían reconocer como único soberano a Fernando VII.
Se resolvió además que:
(...) esta Provincia no sólo tenga amistad, buena armonía y correspondencia con la Ciudad de Buenos aires y demás provincias confederadas, sino que también se una con ella para el fin de formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equidad y de igualdad (...)
Las bases de la relación con Buenos Aires fueron determinadas por el Congreso como de independencia absoluta del Paraguay hasta la reunión de un congreso de las Provincias Unidas. Se nombró diputado al Congreso a reunirse en Buenos Aires a Gaspar Rodríguez de Francia, que anteriormente había sido nombrado para ese cargo por el cabildo. Los reglamentos, formas de gobierno o constitución que sancionara dicho Congreso debían ser ratificados por el Congreso paraguayo.
Las principales medidas fiscales fueron la abolición del impuesto de sisa y arbitrio que la yerba mate pagaba en Buenos Aires, y la extinción del estanco de tabaco
La Junta asumió sus funciones el 20 de junio de 1811, disolviendo el Congreso. El vocal Mora asumió provisoriamente la secretaría de la Junta. El 22 fue emitido un bando con las disposiciones del Congreso, entre ellas nombrando al comandante Blas José de Rojas como subdelegado del Departamento de Santiago, con agregación de los Pueblos de Itapúa, Trinidad y Jesús, y comandante de la frontera. Para la subdelegación de Candelaria la junta debía nombrar un subdelegado.
Convenio entre las juntas de Asunción y Buenos Aires
El 20 de julio de 1811 la Junta Superior Gubernativa envió una nota a la Junta de Buenos Aires comunicándole sus resoluciones, anunciando que el Paraguay se gobernaría por sí misma, aunque mantenía el propósito de defender la causa común del señor Don Fernando VII. La Junta Grande de Buenos Aires respondió por otra nota del 28 de agosto de 1811 aceptando el autogobierno paraguayo en los siguientes términos: Si es la voluntad decidida de esa provincia gobernarse por sí y con independencia del gobierno provisional, no nos opondremos a ello.
Se estableció un proyecto de confederación entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y Paraguay, pero los intereses contrapuestos de las elites porteñas y asuncenas chocaron.[cita requerida] El 12 de octubre de 1811 se firmó con los enviados de Buenos Aires, Manuel Belgrano y Vicente Anastasio de Echevarría, un Tratado de Amistad, Auxilio y Comercio, reconociendo el gobierno de Buenos Aires la autonomía de la Provincia del Paraguay hasta la celebración de un congreso general que decidiera la forma de gobierno, estableciendo de hecho la independencia del Paraguay. Rodríguez de Francia fue elegido como diputado al congreso general de las provincias del Río de la Plata, aunque no viajó. Ningún otro paso se dio hacia la formación de una confederación y el Paraguay se comportó como un estado independiente desde entonces.
El río Paraná quedó como límite provisorio entre las juntas de Asunción y Buenos Aires, pero se dejaba en custodia provisoria del gobierno de Asunción el Departamento de Candelaria.
Se estableció un proyecto de confederación entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y Paraguay, pero los intereses contrapuestos de las elites porteñas y asuncenas chocaron.[cita requerida] El 12 de octubre de 1811 se firmó con los enviados de Buenos Aires, Manuel Belgrano y Vicente Anastasio de Echevarría, un Tratado de Amistad, Auxilio y Comercio, reconociendo el gobierno de Buenos Aires la autonomía de la Provincia del Paraguay hasta la celebración de un congreso general que decidiera la forma de gobierno, estableciendo de hecho la independencia del Paraguay. Rodríguez de Francia fue elegido como diputado al congreso general de las provincias del Río de la Plata, aunque no viajó. Ningún otro paso se dio hacia la formación de una confederación y el Paraguay se comportó como un estado independiente desde entonces.
El río Paraná quedó como límite provisorio entre las juntas de Asunción y Buenos Aires, pero se dejaba en custodia provisoria del gobierno de Asunción el Departamento de Candelaria.
El Doctor Francia y la Junta
El miembro más activo de la Junta era el doctor Francia, cuyos ideales independentistas eran de público conocimiento desde el Congreso General del 24 de julio de 1810.23
Considerando a los demás miembros de la Junta como ineptos, dubitativos o contrarios a la independencia, y también demasiado sometidos a las presiones militares, Francia renunció el 1 de agosto de 1811 a la Junta. Pocos días después, la misma Junta lo convocó nuevamente a su seno, para tratar las negociaciones con los enviados del gobierno de Buenos Aires.23
Otro de los miembros de la Junta, Fernando de la Mora, fue comisionado al norte del país, con la misión de expulsar a los portugueses que habían ocupado Fuerte Borbón y los indígenas mbayá, que cometían desmanes en toda esa región.24
A fines de enero de 1812, Rodríguez de Francia abandonó por segunda vez el gobierno, en oposición a la liberación de unos detenidos. La Junta incorporó en su lugar a Gregorio de la Cerda, conservando a Yegros, Caballero y Mora. Este gobierno se limitó principalmente a administrar el gobierno interior, sin dar paso alguno de importancia en las relaciones exteriores y sin introducir novedades en el sistema de gobierno.1
Una medida de primera importancia fue la solicitud de devolución de las causas judiciales en recurso de apelación ante la ex Real Audiencia de Buenos Aires, declarándose la Junta a sí misma tribunal de apelación. La solicitud fue planteada el 19 de marzo de 1812 y aceptada por el Trinvirato que gobernaba en Buenos Aires el 2 de abril.25 Desde esa fecha data la independencia judicial del estado paraguayo.26
En noviembre de ese año, Francia fue nuevamente llamado a formar parte del gobierno, como encargado de las relaciones exteriores. Pero no hubo novedades en ese aspecto hasta mayo de 1813, momento en que llegó a Asunción el enviado del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Nicolás de Herrera, con la misión de invitar al Paraguay a enviar diputados a la Asamblea General Constituyente que se había ya reunido en Buenos Aires. Francia decidió no contestar su invitación, objetando que debía esperar la reunión de un Congreso, que se reuniría en agosto.7
A mediados de junio de 1813 fueron expulsados de la Junta los vocales Mora y De la Cerda, de modo que quedó formada solamente por dos vocales; Francia se reincorporó como vocal de la Junta a principios de julio.1
Entre las gestiones de la Junta en cuanto al ejercicio de una autoridad autónoma o independiente, se pueden enumerar la supresión del tributo indígena, la gratuidad de la enseñanza primaria y el establecimiento de relaciones con el jefe federal de la Banda Oriental, José Artigas, además de varias medidas puramente administrativas.
Considerando a los demás miembros de la Junta como ineptos, dubitativos o contrarios a la independencia, y también demasiado sometidos a las presiones militares, Francia renunció el 1 de agosto de 1811 a la Junta. Pocos días después, la misma Junta lo convocó nuevamente a su seno, para tratar las negociaciones con los enviados del gobierno de Buenos Aires.23
Otro de los miembros de la Junta, Fernando de la Mora, fue comisionado al norte del país, con la misión de expulsar a los portugueses que habían ocupado Fuerte Borbón y los indígenas mbayá, que cometían desmanes en toda esa región.24
A fines de enero de 1812, Rodríguez de Francia abandonó por segunda vez el gobierno, en oposición a la liberación de unos detenidos. La Junta incorporó en su lugar a Gregorio de la Cerda, conservando a Yegros, Caballero y Mora. Este gobierno se limitó principalmente a administrar el gobierno interior, sin dar paso alguno de importancia en las relaciones exteriores y sin introducir novedades en el sistema de gobierno.1
Una medida de primera importancia fue la solicitud de devolución de las causas judiciales en recurso de apelación ante la ex Real Audiencia de Buenos Aires, declarándose la Junta a sí misma tribunal de apelación. La solicitud fue planteada el 19 de marzo de 1812 y aceptada por el Trinvirato que gobernaba en Buenos Aires el 2 de abril.25 Desde esa fecha data la independencia judicial del estado paraguayo.26
En noviembre de ese año, Francia fue nuevamente llamado a formar parte del gobierno, como encargado de las relaciones exteriores. Pero no hubo novedades en ese aspecto hasta mayo de 1813, momento en que llegó a Asunción el enviado del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Nicolás de Herrera, con la misión de invitar al Paraguay a enviar diputados a la Asamblea General Constituyente que se había ya reunido en Buenos Aires. Francia decidió no contestar su invitación, objetando que debía esperar la reunión de un Congreso, que se reuniría en agosto.7
A mediados de junio de 1813 fueron expulsados de la Junta los vocales Mora y De la Cerda, de modo que quedó formada solamente por dos vocales; Francia se reincorporó como vocal de la Junta a principios de julio.1
Entre las gestiones de la Junta en cuanto al ejercicio de una autoridad autónoma o independiente, se pueden enumerar la supresión del tributo indígena, la gratuidad de la enseñanza primaria y el establecimiento de relaciones con el jefe federal de la Banda Oriental, José Artigas, además de varias medidas puramente administrativas.
El Congreso de 1813 y el Consulado
Congreso de 1813
El Congreso se reunió el 30 de septiembre. Su primera decisión fue negarse a recibir al enviado del gobierno de las Provincias Unidas y responderle que no se enviaría "ahora" al diputado exigido por el mismo. A continuación aceptó la renuncia presentada por Francia, al que se le pidió que redactara un plan de gobierno.28
Se ignora qué deliberaron los diputados durante los días siguientes, pero el 12 de octubre recibieron un Reglamento de Gobierno, propuesto por Francia. Fue aprobado por unanimidad ese mismo día.29 En su artículo 1.º se establecía que
"Continuarán en el gobierno superior de la provincia solamente los dos ciudadanos, don Fulgencio Yegros, y don José Gaspar de Francia, con la denominación de Cónsules de la República del Paraguay y se les confiere la graduación y honores de brigadieres del ejército, de que se les librará despacho firmado del presidente actual del congreso, secretario y sufragantes de actuación con el sello del gobierno."30
El resto de los artículos detalla las atribuciones y obligaciones de los Cónsules. El Consulado, institución copiada del consulado de la antigua Roma y del consulado francés que antecedió al Imperio Napoleónico, era un avance en la concentración de la autoridad ejecutiva. Tras la sanción del Reglamento de Gobierno, el Congreso cerró sus sesiones.23
Al cerrar en unos pocos días las sesiones del Congreso, el de 1813 repitió lo actuado dos años antes, y fijó un antecedente que sería imitado en todos los congresos subsiguientes, hasta el año 1865: el Congreso del Paraguay era elegido para una sola sesión — que podía durar desde un día hasta algunas semanas — y al término de la misma se consideraba disuelto. Serían las autoridades ejecutivas las encargadas de convocar al Congreso, excepto en los pocos casos en que su convocatoria ocurría en una fecha determinada por el Congreso anterior. El último de estos Congresos sería reunido en 1865 por Francisco Solano López al iniciar la Guerra de la Triple Alianza.
Se ignora qué deliberaron los diputados durante los días siguientes, pero el 12 de octubre recibieron un Reglamento de Gobierno, propuesto por Francia. Fue aprobado por unanimidad ese mismo día.29 En su artículo 1.º se establecía que
"Continuarán en el gobierno superior de la provincia solamente los dos ciudadanos, don Fulgencio Yegros, y don José Gaspar de Francia, con la denominación de Cónsules de la República del Paraguay y se les confiere la graduación y honores de brigadieres del ejército, de que se les librará despacho firmado del presidente actual del congreso, secretario y sufragantes de actuación con el sello del gobierno."30
El resto de los artículos detalla las atribuciones y obligaciones de los Cónsules. El Consulado, institución copiada del consulado de la antigua Roma y del consulado francés que antecedió al Imperio Napoleónico, era un avance en la concentración de la autoridad ejecutiva. Tras la sanción del Reglamento de Gobierno, el Congreso cerró sus sesiones.23
Al cerrar en unos pocos días las sesiones del Congreso, el de 1813 repitió lo actuado dos años antes, y fijó un antecedente que sería imitado en todos los congresos subsiguientes, hasta el año 1865: el Congreso del Paraguay era elegido para una sola sesión — que podía durar desde un día hasta algunas semanas — y al término de la misma se consideraba disuelto. Serían las autoridades ejecutivas las encargadas de convocar al Congreso, excepto en los pocos casos en que su convocatoria ocurría en una fecha determinada por el Congreso anterior. El último de estos Congresos sería reunido en 1865 por Francisco Solano López al iniciar la Guerra de la Triple Alianza.
Controversias sobre Reglamento de Gobierno de 1813
El Reglamento de Gobierno fue interpretado de las más diversas formas por los historiadores paraguayos. Algunos autores la han interpretado como una constitución,30 o "constitución singularísima".32 Esta postura ha sido rechazada por otros autores, señalando que, por sus características, el Reglamento instauraba solamente un gobierno provisional, y que no se establecían los derechos civiles.33
Un punto de vista muy extendido interpreta que este Reglamento implicaba una proclamación de la Independencia del Paraguay, debido a que se abandonaba toda mención al rey español,29 y a que se proclamaba la República, abandonando la mención al nombre de Provincia.34 nota 3 Otros autores señalan que este punto de vista es incorrecto, ya que no hay una sola mención a la independencia en este documento, y que la proclamación de la independencia sería sancionada en 1842.35 36
Existió aún una singular versión sobre la supuesta declaración de la independencia: el presidente Carlos Antonio López —que no había estado presente en el Congreso de 1813— afirmó en el discurso de inauguración del Congreso de 1854:
"La independencia de nuestro país fue declarada y proclamada en el congreso reunido en octubre de 1813, pero por una negligencia inexplicable, ni se consignó esa declaración en un acto formal, ni se promulgó, ni se juró, ni se comunicó al exterior y quedó por consiguiente, desconocida y como si no existiese esa independencia."
Carlos Antonio López, Mensaje de inauguración del Congreso, 14 de mayo de 1854, en (Vargas Peña, 1945, p. 32)
Un punto de vista muy extendido interpreta que este Reglamento implicaba una proclamación de la Independencia del Paraguay, debido a que se abandonaba toda mención al rey español,29 y a que se proclamaba la República, abandonando la mención al nombre de Provincia.34 nota 3 Otros autores señalan que este punto de vista es incorrecto, ya que no hay una sola mención a la independencia en este documento, y que la proclamación de la independencia sería sancionada en 1842.35 36
Existió aún una singular versión sobre la supuesta declaración de la independencia: el presidente Carlos Antonio López —que no había estado presente en el Congreso de 1813— afirmó en el discurso de inauguración del Congreso de 1854:
"La independencia de nuestro país fue declarada y proclamada en el congreso reunido en octubre de 1813, pero por una negligencia inexplicable, ni se consignó esa declaración en un acto formal, ni se promulgó, ni se juró, ni se comunicó al exterior y quedó por consiguiente, desconocida y como si no existiese esa independencia."
Carlos Antonio López, Mensaje de inauguración del Congreso, 14 de mayo de 1854, en (Vargas Peña, 1945, p. 32)
Consulado
El consulado sería ejercido por los dos cónsules alternativamente durante cuatro meses; Francia ocupó el primer y tercer turno, ocupándolo Yegros solamente durante el segundo, entre febrero y junio de 1814. Aun así, durante todo el Consulado, Francia relegó a Yegros a un segundo plano; también alejó a los oficiales favorables a Yegros y Caballero de la capital, reuniendo en ella un ejército completamente adicto a su persona.37
Otra medida que adoptó el Consulado fue declararse neutral en el conflicto entre Artigas y el Directorio, que ya había encendido la primera guerra civil rioplatense. El oficial Matiauda, que había apoyado a Yegros en 1811, se pasó a los artiguistas y participó en la política de la provincia de Corrientes.37
Otra medida que adoptó el Consulado fue declararse neutral en el conflicto entre Artigas y el Directorio, que ya había encendido la primera guerra civil rioplatense. El oficial Matiauda, que había apoyado a Yegros en 1811, se pasó a los artiguistas y participó en la política de la provincia de Corrientes.37
Gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia
El 3 de octubre de 1814 se reunió el tercer Congreso paraguayo, formado por alrededor de mil diputados. A propuesta de Francia, que presidió las sesiones, se unificó el Poder Ejecutivo en una sola persona, dándole el título y carácter excepcional de Dictador Supremo de la República del Paraguay. El cargo duraría cuatro años, tras los cuales se debería reunir otro Congreso nacional y decidir sobre el sistema de gobierno. Para el cargo fue electo Gaspar Rodríguez de Francia.38
A partir de ese momento, Francia impuso un sistema de férreo control del comercio exterior: aumentó los aranceles de importación y creó el monopolio estatal de la exportación de maderas y otros bienes. Por un tiempo se mantuvo relativamente libre la exportación de tabaco y yerba mate, pero las restricciones a la actividad portuaria fueron en aumento. En particular, se prohibió la exportacíón de moneda metálica, medida que complicó todas las operatorias de comercio exterior.23
Se acentuó la persecución de los adversarios del régimen, especialmente a quienes eran considerados partidarios de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Secularizó los bienes de la Iglesia Católica, pero no cambió demasiado la situación para los campesinos, que pasaron de arrendatarios de la Iglesia a arrendatarios del Estado. El clero fue nacionalizado con la eliminación del diezmo eclesiástico, y los curas párrocos pasaron a depender de un sueldo de empleados públicos.23
El 30 de mayo de 1816 se reunió el cuarto Congreso paraguayo; esta vez estaba formado por 250 diputados. En su primera y única sesión, se limitó a extender el título de Francia por aclamación, dándole el de Dictador Perpetuo de la República, "durante su vida, con calidad de ser sin ejemplar".39 nota 4 Se decidió que el Congreso se reuniría cada vez que lo requiriera el Dictador. El resultado fue que no se volvería a reunir durante el resto de la vida del Dr. Francia.38
Apenas asumido el mando perpetuo, Francia clausuró el puerto de Pilar, único que se mantenía en comunicación con las Provincias Unidas. El puerto de Asunción había sido gradualmente cerrado, y el de Itapúa, que permitía un escaso comercio con el Brasil, sería clausurado en 1818. A partir de ese momento, el aislamiento del Paraguay fue total.23 40 41 Los extranjeros que se introdujeran en el territorio del Paraguay de allí en adelante, como José Artigas a fines de 1820, o Aimé Bonpland al año siguiente, serían confinados de por vida en el interior del país.42 nota 5
Dos conspiraciones de gran evergadura para intentar derribar a Francia fueron descubiertas en 1820 y 1821. Uno total de 69 personas fueron ejecutadas, entre ellos Fulgencio Yegros y Pedro Juan Caballero. Muchos más huyeron a las Provincias Unidas.23 La depuración de la administración pública fue total: cada soldado, maestro, cura o empleado público era enteramente leal al dictador, y sólo a él respondían. Sus órdenes eran dictadas verbalmente, o escritas con indicación de ser destruidas. Muy escasos documentos públicos quedaron de las más de dos décadas en que gobernó el Dr. Francia.1
La educación pública de nivel primaria se hizo obligatoria y gratuita, y efectivamente se extendió a todos los niveles de la sociedad. En cambio, el único colegio secundario fue cerrado. La economía se estatizó casi completamente, y la industria y artesanías locales alcanzaron niveles más altos que nunca, aunque limitadas a las necesidades del mercado interno.38
Una muy limitada apertura comercial tuvo lugar a partir de 1823, con la reapertura de los puertos de Pilar de Ñeembucú e Itapúa. El primero estaba dedicado al intercambio con las Provincias Unidas, pero el único comprador autorizado era el gobierno de la República, que además fijaba los precios y tardaba muchos días en concretar cada operación; en esas condiciones, y dado el temor de los navegantes a las arbitariedades de Francia, los beneficios de la apertura fueron casi nulos.43 El segundo era el indicado para el intercambio con el Brasil, pero la ocupación por las autoridades correntinas de la villa de Santo Tomé, paso obligado para ese intercambio,44 limitaron las posibilidades de aumentar el tráfico por ese puerto, que era además mucho más oneroso que por Pilar.41 Los conflictos con Corrientes se agudizaron en la década de 1830; la respuesta de Francia fue defender la margen derecha del río Paraná, e impedir el establecimiento permanente de correntinos en la margen izquierda aguas arriba de la isla Apipé.45
La dictadura de Gaspar Rodríguez de Francia mantuvo completamente aislado al país, así como también casi completamente falto de leyes o normas de cualquier tipo. No hubo sanción de una constitución, ni fue oficialmente sancionada la independencia. A la fecha del fallecimiento de Francia, en septiembre de 1840, el Paraguay era la única de las antiguas colonias españolas de América continental que no había proclamado formalmente su independencia. No obstante, su independencia de hecho, tanto política como cultural y económica, era más completa que en cualquiera de las otras ex colonias españolas.23
A partir de ese momento, Francia impuso un sistema de férreo control del comercio exterior: aumentó los aranceles de importación y creó el monopolio estatal de la exportación de maderas y otros bienes. Por un tiempo se mantuvo relativamente libre la exportación de tabaco y yerba mate, pero las restricciones a la actividad portuaria fueron en aumento. En particular, se prohibió la exportacíón de moneda metálica, medida que complicó todas las operatorias de comercio exterior.23
Se acentuó la persecución de los adversarios del régimen, especialmente a quienes eran considerados partidarios de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Secularizó los bienes de la Iglesia Católica, pero no cambió demasiado la situación para los campesinos, que pasaron de arrendatarios de la Iglesia a arrendatarios del Estado. El clero fue nacionalizado con la eliminación del diezmo eclesiástico, y los curas párrocos pasaron a depender de un sueldo de empleados públicos.23
El 30 de mayo de 1816 se reunió el cuarto Congreso paraguayo; esta vez estaba formado por 250 diputados. En su primera y única sesión, se limitó a extender el título de Francia por aclamación, dándole el de Dictador Perpetuo de la República, "durante su vida, con calidad de ser sin ejemplar".39 nota 4 Se decidió que el Congreso se reuniría cada vez que lo requiriera el Dictador. El resultado fue que no se volvería a reunir durante el resto de la vida del Dr. Francia.38
Apenas asumido el mando perpetuo, Francia clausuró el puerto de Pilar, único que se mantenía en comunicación con las Provincias Unidas. El puerto de Asunción había sido gradualmente cerrado, y el de Itapúa, que permitía un escaso comercio con el Brasil, sería clausurado en 1818. A partir de ese momento, el aislamiento del Paraguay fue total.23 40 41 Los extranjeros que se introdujeran en el territorio del Paraguay de allí en adelante, como José Artigas a fines de 1820, o Aimé Bonpland al año siguiente, serían confinados de por vida en el interior del país.42 nota 5
Dos conspiraciones de gran evergadura para intentar derribar a Francia fueron descubiertas en 1820 y 1821. Uno total de 69 personas fueron ejecutadas, entre ellos Fulgencio Yegros y Pedro Juan Caballero. Muchos más huyeron a las Provincias Unidas.23 La depuración de la administración pública fue total: cada soldado, maestro, cura o empleado público era enteramente leal al dictador, y sólo a él respondían. Sus órdenes eran dictadas verbalmente, o escritas con indicación de ser destruidas. Muy escasos documentos públicos quedaron de las más de dos décadas en que gobernó el Dr. Francia.1
La educación pública de nivel primaria se hizo obligatoria y gratuita, y efectivamente se extendió a todos los niveles de la sociedad. En cambio, el único colegio secundario fue cerrado. La economía se estatizó casi completamente, y la industria y artesanías locales alcanzaron niveles más altos que nunca, aunque limitadas a las necesidades del mercado interno.38
Una muy limitada apertura comercial tuvo lugar a partir de 1823, con la reapertura de los puertos de Pilar de Ñeembucú e Itapúa. El primero estaba dedicado al intercambio con las Provincias Unidas, pero el único comprador autorizado era el gobierno de la República, que además fijaba los precios y tardaba muchos días en concretar cada operación; en esas condiciones, y dado el temor de los navegantes a las arbitariedades de Francia, los beneficios de la apertura fueron casi nulos.43 El segundo era el indicado para el intercambio con el Brasil, pero la ocupación por las autoridades correntinas de la villa de Santo Tomé, paso obligado para ese intercambio,44 limitaron las posibilidades de aumentar el tráfico por ese puerto, que era además mucho más oneroso que por Pilar.41 Los conflictos con Corrientes se agudizaron en la década de 1830; la respuesta de Francia fue defender la margen derecha del río Paraná, e impedir el establecimiento permanente de correntinos en la margen izquierda aguas arriba de la isla Apipé.45
La dictadura de Gaspar Rodríguez de Francia mantuvo completamente aislado al país, así como también casi completamente falto de leyes o normas de cualquier tipo. No hubo sanción de una constitución, ni fue oficialmente sancionada la independencia. A la fecha del fallecimiento de Francia, en septiembre de 1840, el Paraguay era la única de las antiguas colonias españolas de América continental que no había proclamado formalmente su independencia. No obstante, su independencia de hecho, tanto política como cultural y económica, era más completa que en cualquiera de las otras ex colonias españolas.23
El Acta de la Independencia Paraguaya
Un nuevo Congreso se reunió el 25 de noviembre de 1842, cuyo presidente fue el cónsul Carlos Antonio López. La reunión estuvo signada por la amenaza que constituía la actitud del gobierno de la Confederación Argentina, ejercido por el gobernador Juan Manuel de Rosas, el cual, a punto de aplastar toda resistencia interna, parecía decidido a incorporar a la fuerza al Paraguay a la Confederación.46
Apoyado por la diplomacia brasileña,47 el Congreso sancionó, el mismo día de su inauguración, el Acta de la Independencia del Paraguay, que en su artículo primero declaró: "La República del Paraguay, en el Río de la Plata, es para siempre de hecho y de derecho una nación libre e independiente de todo poder extraño".
Este Congreso oficializó también la Bandera y el Escudo del Paraguay.48 Por orden del Consulado, el 25 de diciembre de ese mismo año, la Independencia del Paraguay fue solemnemente jurada por las autoridades y toda la población del país, acto que se celebró simultáneamente en la capital y en cada villa y pueblo del Paraguay.49 50
Al año siguiente, el presidente López sancionó otra medida importante de soberanía: creó la moneda nacional. Hasta ese momento se utilizaba la antigua moneda española, o las que circulaban en los países vecinos, especialmente los pesos de plata bolivianos. En 1847 se imprimieron los primeros billetes paraguayos de papel moneda.51
Apoyado por la diplomacia brasileña,47 el Congreso sancionó, el mismo día de su inauguración, el Acta de la Independencia del Paraguay, que en su artículo primero declaró: "La República del Paraguay, en el Río de la Plata, es para siempre de hecho y de derecho una nación libre e independiente de todo poder extraño".
Este Congreso oficializó también la Bandera y el Escudo del Paraguay.48 Por orden del Consulado, el 25 de diciembre de ese mismo año, la Independencia del Paraguay fue solemnemente jurada por las autoridades y toda la población del país, acto que se celebró simultáneamente en la capital y en cada villa y pueblo del Paraguay.49 50
Al año siguiente, el presidente López sancionó otra medida importante de soberanía: creó la moneda nacional. Hasta ese momento se utilizaba la antigua moneda española, o las que circulaban en los países vecinos, especialmente los pesos de plata bolivianos. En 1847 se imprimieron los primeros billetes paraguayos de papel moneda.51
Reconocimiento de la Independencia
La proclamación de la Independencia se envió a la Confederación Argentina, al Imperio del Brasil y a la República de Bolivia. El primero en responder fue el argentino: El 26 de abril de 1843, el Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina y Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, contestó al enviado paraguayo Andrés Gill que no podía reconocer ni desconocer esa independencia. Dio como razón que su país estaba "en guerra con todo el mundo". Sin embargo, agregó a su posición varias expresiones favorables al mantenimiento de la paz con el pueblo paraguayo.52
El primer país que reconoció formalmente la independencia paraguaya fue la República de Bolivia, por una declaración fechada en Sucre, el 17 de junio de 1843.53 El Imperio del Brasil reconoció la independencia paraguaya por medio de un comunicado imperial, entregado en Asunción el 14 de septiembre de 1844.54 Más de un año antes se habían establecido relaciones diplomáticas permanentes entre ambos países. La intención de la diplomacia imperial era adelantar una alianza con el vecino país. No obstante, si el Paraguay entrara en una guerra contra la Confederación, lo haría aliado con el gobierno correntino, no con el Imperio del Brasil. Cuando ésta fracasó, López volvió a insistir en una política neutral respecto de la Argentina.55
El reconocimiento por parte del gobierno argentino debió esperar a la caída del régimen de Juan Manuel de Rosas. A poco de derrocarlo, el general Justo José de Urquiza envió un enviado plenipontenciario a Asunción, con la orden de reconocer la independencia paraguaya. La misma fue formalmente anunciada por medio de un "Tratado de límites, amistad, comercio y navegación entre Paraguay y la Confederación Argentina" firmado en Asunción el 15 de julio de 1852.56 Faltaba aún el reconocimiento de la Independencia del Paraguay por su antigua metrópoli. Debido a diversas complicaciones, y retrasado por la destrucción de la administración pública y el cuerpo diplomático paraguayo después de la Guerra de la Triple Alianza, España no reconoció la independencia paraguaya hasta el 10 de septiembre de 1880.57
El primer país que reconoció formalmente la independencia paraguaya fue la República de Bolivia, por una declaración fechada en Sucre, el 17 de junio de 1843.53 El Imperio del Brasil reconoció la independencia paraguaya por medio de un comunicado imperial, entregado en Asunción el 14 de septiembre de 1844.54 Más de un año antes se habían establecido relaciones diplomáticas permanentes entre ambos países. La intención de la diplomacia imperial era adelantar una alianza con el vecino país. No obstante, si el Paraguay entrara en una guerra contra la Confederación, lo haría aliado con el gobierno correntino, no con el Imperio del Brasil. Cuando ésta fracasó, López volvió a insistir en una política neutral respecto de la Argentina.55
El reconocimiento por parte del gobierno argentino debió esperar a la caída del régimen de Juan Manuel de Rosas. A poco de derrocarlo, el general Justo José de Urquiza envió un enviado plenipontenciario a Asunción, con la orden de reconocer la independencia paraguaya. La misma fue formalmente anunciada por medio de un "Tratado de límites, amistad, comercio y navegación entre Paraguay y la Confederación Argentina" firmado en Asunción el 15 de julio de 1852.56 Faltaba aún el reconocimiento de la Independencia del Paraguay por su antigua metrópoli. Debido a diversas complicaciones, y retrasado por la destrucción de la administración pública y el cuerpo diplomático paraguayo después de la Guerra de la Triple Alianza, España no reconoció la independencia paraguaya hasta el 10 de septiembre de 1880.57